CRISIS COVID-19

LAS SECUELAS QUE AZOTARON ESPAÑA 

En diciembre de 2019, un extraño virus aparece en la ciudad china de Wuhan, y tres meses más tarde afecta al mundo entero. Nadie se imaginaba lo que estaba por llegar; miles de personas contagiadas, millones de fallecidos, hospitales desbordados, supermercados vacíos. En un principio se consideraba como una gripe más agresiva, hasta que finalmente la Organización Mundial de la Salud, declaró la situación de pandemia. Esto ha provocado una crisis sanitaria sin precedentes en los últimos años y ha supuesto la paralización de sectores económicos como el turismo o la hostelería. 


Ante la situación,  se tomaron medidas en el ámbito económico, social y laboral, entre las que cabría mencionar las relativas a los expedientes temporales de regulación de empleo, el apoyo a autónomos y empresas y el fomento del teletrabajo. El Gobierno español declaró el estado de alarma en todos los territorios de la Nación, con la finalidad de frenar la crisis sanitaria y social, aunque esto trajo consigo grandes consecuencias económicas. 

En primer lugar, el PIB registró una caída del 11 % en 2020, una de las más severas del grupo de economías avanzadas. Este descenso de la actividad no solo fue mayor, sino también mucho más pronunciado que en recesiones anteriores. La caída fue más pronunciada en España que en la mayor parte de las economías desarrolladas, debido al mayor peso de las actividades “sociales” (turismo) y de las pymes (más afectadas por la crisis)



Desde finales de la primavera, la relajación progresiva de las medidas de confinamiento permitió que la actividad económica se recuperase. Como resultado, el PIB repuntó de forma significativa en el tercer trimestre y creció un 16,4 % con respecto al trimestre anterior. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revisado los datos de crecimiento de la economía de los años 2021, 2020 y 2019. Como resultado, el producto interior bruto es ahora incluso ligeramente menor del que había antes: un 0,3% por debajo.

Por otro lado, la pandemia también ha afectado al mercado de trabajo de forma muy negativa, si bien el uso extendido de los programas de regulación temporal de empleo (los ERTE en España) ha supuesto un gran impacto en la renta de los trabajadores. El recurso a los ERTE ha ayudado a contener el aumento de la tasa de paro, pero, en el cuarto trimestre de 2020, el desempleo se situó en el 16,1 % de la población activa, es decir, un incremento de 2,3 pp con respecto a la cifra registrada a finales de 2019.

Cabe destacar que, además de las consecuencias económicas derivadas de la pandemia, el virus ha dejado en el país consecuencias psicológicas. La paralización de la actividad económica, el cierre de centros educativos y el confinamiento de toda la población durante semanas ha supuesto una situación extraordinaria y con una población, en su mayoría, con síntomas de estrés.
La pandemia ha provocado un aumento de la sensación de incertidumbre en un 76% de la población mientras que el 43% ha experimentado sentimientos depresivos, que han sido mayores en las mujeres, entre quienes han pasado el confinamiento solos o aquellos que han perdido su trabajo, junto a los grupos de menor edad. 

(Fuente de los datos: Instituto Nacional de Estadísticas)




En conclusión, podemos afirmar que estos números dejan a España como uno de los países cuya economía padeció un mayor desplome por la covid, en gran medida por una estructura productiva muy dependiente de servicios como el turismo, que fueron muy perjudicados por las restricciones que se impusieron para combatir el virus. Actualmente, la economía española, como la mayoría de las economías mundiales, se encuentra en un proceso de recuperación de la epidemia de COVID-19 que ha sido bruscamente interrumpido por las repercusiones de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. 

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