EL DOLOR INMORTAL DEL 11-S

EL DOLOR INMORTAL DEL 11-S

El 11 de septiembre de 2001 el mundo entero observó con horror uno de los mayores ataques terroristas que experimentó Estados Unidos, un atentados basado en cuatro ataques suicidas llevados a cabo por el grupo terrorista Al Qaeda, red terrorista global fundada por Osama Bin Laden.

Todo comenzó cuando 19 terroristas suicidas, divididos en 4 grupos, secuestraron 4 aviones de aerolíneas comerciales estadounidenses. Dos de estos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, los dos edificios más altos de Nueva York, situados en la zona financiera de la ciudad; un tercer avión colisionó contra el Pentágono, la sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, en Washington; y un cuarto acabó estrellándose en un campo a las afueras de Pittsburgh (Pensilvania), aunque su intención inicial era estrellarse contra el Capitolio, la sede del gobierno estadounidense. 


El espantoso acto que se llevó a cabo produjo consecuencias a nivel global en todos los aspectos y dejó marcado para siempre en los estadounidenses una brecha difícil de curar. 
En primer lugar, en el aspecto económico, Estados Unidos, además de sufrir este ataque terrorista que sumó un daño adicional, ya sufría los efectos del pinchazo de la burbuja de las puntocom que estalló a mediados de 2000, un fuerte crecimiento de los valores económicos de las empresas relacionadas con Internet provocando una fuerte burbuja económica que dio lugar a la quiebra de una gran cantidad de empresas.

El primer impacto se notó en los índices bursátiles de Nueva York por la fiebre de ventas a causa del pánico. El desplome fue tal que las autoridades tuvieron que suspender las cotizaciones hasta el 17 de septiembre, el cierre más largo desde la Gran Depresión.

Las empresas cuyas acciones sufrieron las principales caídas fueron las aerolíneas, con desplomes del 40% (entre ellas American Airlines y United Airlines, cuyos aviones impactaron contra las torres), y las aseguradoras. No obstante, los mercados de valores estadounidenses se recuperaron rápidamente, pues en noviembre volvieron a niveles previos al atentado.
En cuanto a los paquetes de rescate de las autoridades estadounidenses, El presidente Bush trató de paliar la desaceleración económica con una reducción de los impuestos sobre la renta, sobre los dividendos y sobre el patrimonio, lo que acabó favoreciendo a las clases más acomodadas. Además, el Congreso aprobó un fondo de rescate para aerolíneasde unos 15 mil millones de dólares y un Fondo de Compensación de Víctimas del 11-S con el fin de indemnizar a los familiares de los desaparecidos y los sobrevivientes y evitar que demandaran a las aerolíneas. Su coste para el Gobierno ha sido de unos 9 miles de millones de dólares.

En segundo lugar, en los países occidentales los ataques alimentaron durante los primeros meses la sensación de inseguridad y temor: las personas evitaban salir a sitios concurridos, como los centros comerciales, y solo se cogieron vuelos imprescindibles. El turismo tuvo una caída drástica.

Antes de los ataques, la UE no contaba con un marco antiterrorista ni instrumentos legales. Tampoco había sensación de urgencia para ello. Pero tras los trágicos eventos al otro lado del Atlántico se apresuró a darles formas. Las misiones de terreno sobre paz y seguridad de la década de los 90 en prevención de conflictos quedaron atrás. Europa comenzó el nuevo milenio armándose legislativa y estratégicamente para lo que se impuso como uno de sus principales desafíos: la lucha contra el terrorismo. Los analistas coinciden: tras el 11 de septiembre, la Unión Europea deja de ser preventiva para ser reactiva. 

Sin embargo, no todos los sectores se vieron perjudicados. Fue el caso em la industria militar y los fabricantes de equipos de seguridad fueron, los cuales salieron los más beneficiados de esta tragedia. Los gobiernos y empresas invirtieron en reforzar sus sistemas de seguridad y en el desarrollo de armamento cada vez más sofisticado. El coste estimado de la guerra al terror liderada por Estados Unidos ha sido de 8 billones de dólares hasta la fecha.

En conclusión, los atentados terroristas del 11 de septiembre demostraron que todos los países, incluida una potencia mundial como Norteamérica están expuestos a las células terroristas. La política exterior norteamericana después de esta eventualidad no ha tenido una completa definición dentro del contexto internacional; ya que en los discursos de sus dirigentes afirman el apoyo a los instrumentos de Seguridad Colectiva como la ONU y la OTAN.

 

 






 

 







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